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martes, octubre 24, 2006

LA HIPOCRESIA CARACTERISTICA DE EL PAN

Fox y Marta, desechados
Álvaro delgado

México, D.F., 23 de octubre (apro).- Conforme se aproxima el relevo formal en la Presidencia de la República, que no está desde luego garantizada, Felipe Calderón toma distancia de Vicente Fox y de su mujer, Marta Sahagún, una tendencia que habrá de robustecerse más allá de la espectacularidad de los “quinazos” previstos.

Si Calderón mantuvo entre algodones a Fox durante la campaña, con la misma hipocresía con la que sostenía que no había convalidado el Fobaproa, obedeció a un factor: De la operación del gobierno federal dependía la obtención de votos y la impunidad en la instrumentación de prácticas fraudulentas, como el ilegal e inmoral activismo presidencial, así como la colusión entre mapaches panistas y priistas.

Pero ya legalmente investido como jefe del Ejecutivo, aunque para millones de mexicanos sea espurio, Calderón viene instrumentando una ruptura con su antecesor, incluyendo a su mujer y el ejércitos de acólitos que los acompañan, en la misma lógica que lo hacían los presidentes priistas entrantes, aunque en las formas de la supuesta democracia.

Fox dejó de ser políticamente funcional desde el momento en que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) emitió su fallo sobre las elecciones, el 5 de septiembre, y se consagró a la impunidad: La máxima autoridad en la materia reconoció que había sido una elección sucia, por la intervención presidencial y empresarial, sobre todo, pero que era legal.

Sólo la hipocresía --esta enfermedad nacional hermana de la corrupción-- evita apreciar semejante realidad.

Por eso, Fox y su mujer son ya desechables: Allegados a Calderón y él mismo, con su silencio, enjuician, públicamente los desfiguros de la inepta gestión; y aseguran que inaugurarán el primer gobierno panista de la historia, un proyecto de la derecha de varios sexenios que, en el colmo, ya es visto como ¡socialdemócrata! por la opinocracia adicta al régimen en ciernes.

Estos son los hechos: En su primer discurso tras el fallo del TEPJF, en la misma sede del Partido Acción Nacional (PAN), Calderón omitió mencionar a Fox y proclamó el inicio de “una nueva era de la vida nacional”: Si el olvido fue involuntario, el dato es relevante; si fue deliberado, también.

Luego, Germán Martínez, uno de los “comodines” en el gabinete de Calderón, adelantó a este reportero, en una entrevista efectuada el 19 de septiembre, que ya comenzó el deslinde con el foxismo:

“El foxismo se expresa, plásticamente, en tres elementos y símbolos: Una águila mocha, una pareja presidencial y unos head hunters para definir el gabinete. Eso no se va a repetir con Felipe Calderón”, dijo en la entrevista publicada en el semanario Proceso, en la edición del domingo 24.

Dijo más Martínez: “El foxismo es una suerte de amateurismo político que le costó mucho al PAN y al país. Las frivolidades alrededor de eso no van a durar y el foxismo se diluirá, inmediatamente, el 1 de diciembre.”

Apenas la semana pasada, el viernes 20 de octubre, el coordinador de asuntos internacionales del equipo de transición, Arturo Sarukhán, anunció un “golpe de timón” en la diplomacia, algo que ya había anticipado al concluir la primera gira internacional por Centro y Sudamérica, el viernes 6, cuando reconoció el desastre diplomático del foxismo en la región.

“No les voy a mentir. Creo que sería generar tantas expectativas si yo les digo que el liderazgo mexicano se va a recuperar de la noche a la mañana, no es cierto”, puntualizó Sarukhán en entrevista con los periodistas enviados a esa gira, en la que se perfiló la conducta excluyente de Calderón con los medios que no le son cómodos, algo en lo que se parece a Fox.

Otro deslinde de Fox lo ha estableció también, con una alta dosis de cinismo, el patrón de Saruhkán en la Secretaría de Relaciones Exteriores, Jorge Castañeda, quien en el diario Reforma se desmarcó ante el arrojamiento del foxismo al basurero. Hasta tituló su artículo: “Aguas: que no cuenten cuentos”.

Más allá de su proclamada inocencia en el diseño de la política exterior, Castañeda pone distancia del uso de los head hunters en la integración del gabinete de Fox y confirma lo que aquí siempre se ha dicho: Que ese pretendido método de modernidad fue, siempre, una tomadura de pelo, un ejercicio de engañabobos instrumentado por Ramón Muñoz para poblar el gobierno con integrantes de la mafia ultraderechista de la Organización Nacional del Yunque.

De hecho, El Yunque se está convirtiendo, también, en un desecho que acompañará a Fox y a su mujer al basurero, según el plan de Calderón que es, hay que decirlo, bastante hipócrita: Hace que rompe con esa organización extremista, particularmente con Manuel Espino, y, al mismo tiempo, se rodea de otros militantes, como su secretario particular, César Nava, y Juan Carlos Romero Hicks, su más reciente adquisición.

En este juego de hipocresías, que en realidad es ajuste de cuentas en el grupo mafioso, emergen también datos interesantes: Manuel Espino, en su empeño de deslindarse de Fox, exhibió la conducta facciosa del gobierno y sus cómplices del Poder Ejecutivo y el Legislativo para eliminar a Andrés Manuel López Obrador.

De este episodio grotesco, que fue debidamente documentado en su momento, y de otros --como el fraude electoral-- seguirá brotando más información de boca de sus protagonistas como parte de la descomposición de la facción política aparentemente hegemónica, tan rica en traiciones y ajustes de cuentas en el reparto del botín.

Los primeros damnificados son, por ahora, Fox y su mujer: Si ya de por sí concitaban el repudio de amplios sectores de la sociedad, por sus abusos y los de sus entenados, ahora son empujados por sus propios cómplices al basurero de la historia, aun con museo en el rancho familiar y centro de las artes en Zamora.

Apuntes

La voracidad de la derecha no tiene límites cuando de recursos públicos se trata: No me refiero a la voluminosa figura Agustín Carstens --que es macabra en un país de muertos de hambre y ante la cual Calderón se ve hasta esbelto-- y su consagración a la continuidad de la política económica, sino a la innovación tecnocrática de los bonos “de marcha”: La nueva adquisición de Calderón, Juan Carlos Romero Hicks, premió a la altura burocracia de Guanajuato con medio millón de pesos a 36 altos funcionarios. ¿Por qué? Porque sí. Un total de 18 millones de pesos del raquítico presupuesto del estado fueron para los amigos de Agustín de Iturbide, que tal es el seudónimo de Romero en El Yunque… El Senado, una de las vigorosas instituciones de México, no ha cedido al chantaje de muertos de hambre y decretó que el gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, es valuarte más de las gloriosas instituciones nacionales. Y puede hacer lo que se le pegue la gana en su hacienda estatal y emular a su paisano decimonónico, Porfirio Díaz: “Mátalos en caliente.”... El Senado se dispone, también, a elegir a los próximos magistrados electorales, custodios del Estado de derecho: Mariano Azuela ya ordenó aprobar a Elvia Díaz de León D’Hers, sin ninguna prenda en la materia, y a Alfonso Oñate Laborde, priista como su hermano Santiago. El PAN apoya a Jacinto Silva Rodríguez, quien como contador mayor de Hacienda del Congreso de Jalisco, en 2001, puso en orden las cuentas del gobierno de Alberto Cárdenas Jiménez y como premio obtuvo un bono de 69 mil pesos, y a María del Carmen Alanís, amiga íntima de Margariza Zavala, la mujer de Calderón. Un caso patético, también, es el de Héctor Arturo Mercado López, acusado ante el Consejo de la Judicatura Federal de repartirse 50 millones de pesos con los magistrados Tarcisio Aguilera y Alicia Rodríguez para emitir un fallo a favor de la Secretaría de Hacienda en el litigio iniciado por la ciudadana Lilia Cortés García contra Cecilia Barra, exoficial mayor de la SHCP y quien ostenta el mismo cargo en la PGR. Qué robustas son las instituciones de México, proclama la opinocracia funcional.

Comentarios: delgado@proceso.com.mx


Fox entiende: EL PUEBLO NO ES TONTO!!!