QUE SE EXTERMINEN ENTRE ELLOS...
De la edición de esta semana de Proceso:
En vísperas de la rendición de protesta de Felipe Calderón como presidente de la República, la disputa por el poder entre los panistas pasa a otra fase. En entrevista, el dirigente nacional del PAN, Manuel Espino, revela que gente cercana a Calderón intentó sabotear su elección al frente de la Organización Demócrata Cristiana, y advierte que si el presidente intenta meter un dedo en las decisiones del partido, éste “le cortará todo el brazo”.
Manuel Espino es rotundo al definir la relación que como presidente del Partido Acción Nacional (PAN) tendrá con Felipe Calderón. Apoyo sí, pero no subordinación: “Yo no estoy dispuesto al apoyo incondicional al gobierno. No somos un partido de Estado.”
Debido a las añejas y profundas diferencias entre ambos, exhibidas públicamente antes, durante y después del proceso electoral, Espino no ignora los planes del nuevo gobierno de acotar su influencia en la estructura del PAN y aun de deponerlo como presidente para ser sustituido por Germán Martínez, un incondicional de Calderón, quien agrupa a los que se dicen doctrinarios.
“He escuchado esas versiones, pero confío en la congruencia de quienes están acompañando de cerca al presidente electo. Ellos han sido históricamente pregonantes (sic) o han sido pregoneros de que el partido no puede ser subordinado de una expresión de gobierno del PAN.”
Y consciente de la batalla que se gesta hacia la Asamblea Nacional de marzo, cuando se elegirá a los integrantes del Consejo Nacional –que entre otras facultades tiene la de nombrar o remover al presidente del PAN–, Espino dice que los allegados de Calderón pueden participar como militantes, pero advierte: “Lo malo sería que pretendiesen usar la fuerza del gobierno para forzar decisiones dentro del partido”.
Explica: “Si los militantes del PAN que son servidores públicos, que son parte del gobierno, quieren influir en la integración del Consejo Nacional, reconozco eso como legítimo. Lo que no aceptaría el PAN como institución es que lo hagan como propósito de gobierno. Eso es inadmisible”.
Pero las animosidades de felipistas contra Espino, abiertas o soterradas, abundan: apenas hace un mes, el jueves 26, Francisco Ramírez Acuña, todavía como gobernador de Jalisco y ahora miembro del gabinete de Calderón y perfilado, hasta el viernes 25, como secretario de Gobernación, auguró la renuncia del presidente del PAN:
“Yo creo que Manuel tiene varias alternativas y yo estoy seguro que la propia inteligencia de Manuel lo va a ubicar (y) a entender que ahora el presidente de la República es Felipe Calderón. Si en su momento no fue el candidato que él consideraba que debería ser, es el que ganó la elección interna, es el que ganó la elección constitucional y es el que va a gobernar seis años.”
En amplia entrevista con Proceso el jueves 23, Espino reconoce que ha tenido “momentos difíciles” en la “relación institucional” con Ramírez Acuña –confrontado a su vez con su antecesor en el gobierno de Jalisco, Alberto Cárdenas, reciclado por Calderón como secretario de Agricultura–, y responde:
“Es una declaración muy lamentable, muy emocional, que ha sido muy mal vista en el partido. Primero, porque tiene razón: Yo no apoyé a Felipe Calderón ni a nadie, porque mi obligación era no apoyar a nadie. Y (segundo) esa actitud me parece, dicho en el lenguaje nuestro, muy poco panista.”
Y para anticiparse a maniobras de Calderón y sus lugartenientes para deponerlo, un plan que se urdió inclusive durante la campaña electoral, Espino reproduce lo que según él ha escuchado cuando funcionarios han pretendido usar el gobierno para inmiscuirse en el PAN:
“Es una expresión que se me hace muy fuerte, pero que describe lo que el PAN piensa de esto: Si este gobernante quiere meter un dedo en el proceso interno del partido, el partido no le corta el dedo, le corta el brazo completo.”
Por eso confía en que a Calderón “no se le va a ocurrir” usar el gobierno para controlar a su partido, y reitera la analogía del dedo y el brazo. “Esta expresión refleja lo que el PAN piensa de que el gobierno quiera influir en la toma de decisiones del PAN, que desde su origen se ha concebido independiente del gobierno, así sea un gobierno emanado del PAN.”
–Entonces, ¿si Calderón mete un dedo, le corta el brazo entero?
–No se le va a ocurrir. Felipe es un panista, conoce la cultura del PAN, conoce el pensamiento del PAN y no se le va a ocurrir. No creo que vaya a arriesgar ninguno de los dedos de sus manos limpias.
Sabotaje en la ODCA
Espino conversa con el reportero la tarde del jueves 23, en una sala de la casona en las Lomas de Chapultepec que acoge a la fundación panista Rafael Preciado Hernández, poco antes de participar en la presentación del libro Para que vivamos mejor, que integra discursos de campaña de Calderón compilados por Carlos Castillo López, hijo de Carlos Castillo Peraza y colaborador del equipo de transición con un sueldo de 41 mil pesos mensuales.
El libro, editado por la fundación creada por Castillo Peraza, no recoge las expresiones de Calderón contra Espino durante la campaña, cuando se quejó permanentemente de que no era apoyado por el PAN. Inclusive pasadas las elecciones, el candidato panista exhibió su papel de víctima y declaró al diario El País, el 13 de julio: “Tuve que ser candidato y presidente sin el apoyo del presidente del partido ni del presidente de la República.”
Ya convalidado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), aun con la acreditada intervención de Fox que “puso en riesgo” la elección y el ilegal patrocinio de la cúpula empresarial, Calderón y sus allegados siguieron teniendo divergencias con Espino.
Durante el conflicto poselectoral, mientras Espino peregrinaba en España junto con su secretario particular, Érik Porres, su asesor César Leal y Héctor Larios, ambos senadores electos, miembros del equipo de Calderón se quejaban de la falta de apoyo del Comité Ejecutivo Nacional. A su regreso, nombró como coordinadores legislativos a sus allegados, Larios y Santiago Creel.
Aunque es cauto al imponer responsabilidades, Espino revela otro episodio de enfrentamiento con miembros del equipo de transición de Calderón, algunos de quienes trataron de sabotear su nombramiento como presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), mediante cabildeos soterrados entre los partidos afiliados.
“Ese es un hecho innegable”, afirma, y responsabiliza a uno de ellos: Rolando García Alonso, subordinado de Cecilia Romero, quien fue despedida por él de la cartera de Asuntos Internacionales del CEN y quien es ahora coordinadora de la toma de posesión de Calderón.
Espino afirma que García Alonso quiso evitar su triunfo diciendo a dirigentes democratacristianos que estaba vetado por Calderón, a quien sin embargo deslinda: “Esa es una responsabilidad personalísima de quienes decidieron obstaculizar la posibilidad de ganar la presidencia de la ODCA. No es una decisión del equipo de transición y mucho menos del presidente electo.”
–García es subordinado de Romero en el equipo de transición. ¿Puede alguien como ella tomar una decisión de tal envergadura sin la anuencia de Calderón?
–No sé si Cecilia Romero haya estado metida en esto, pero de quien lo sé es de Rolando y otras personas. Nadie somos monedita de oro, de manera que no me extraña que haya habido alguien que, no compartiendo esa decisión del partido, se haya opuesto soterradamente, escondiéndose en los rincones de los partidos de América Latina, pero finalmente se hizo claro quiénes lo estaban haciendo y no prosperó. Eso es lo importante.
–¿Deslinda a Calderón?
–Totalmente.
A García Alonso, quien en marzo asumió el cargo de diputado federal suplente de Margarita Zavala, esposa de Calderón, se le identificaron gastos de avión por 15 mil dólares para hacer viajes a Latinoamérica a fin de entrevistarse con dirigentes políticos. Luego tuvo que enviar cartas, a petición de Espino, para desdecirse.
“En todo caso, a pesar de esas resistencias, el PAN fue merecedor de la confianza de los partidos de la ODCA”, dice Espino, el primer presidente de ese organismo con el que el partido que preside marcó distancia, desde la década de los sesenta, por ser un movimiento internacional “claramente confesional”, según Manuel Gómez Morín.
Ante AMLO, unidad
Las diferencias entre Espino y Calderón –con sus respectivos allegados– por el PAN quedan superadas ante el inobjetable enemigo común, Andrés Manuel López Obrador y las acciones de los partidos de la Revolución Democrática (PRD), del trabajo (PT) y Convergencia para evitar la toma de posesión, el 1 de diciembre.
“Está abierto un panorama difícil, pero efímero”, juzga Espino: “Lo que va a suceder el 1 de diciembre será una tensión temporal, que tiene su explicación en la necedad del PRD y de Andrés Manuel López Obrador de desahogar la frustración acumulada por haber no solamente perdido la Presidencia de la República, que un año atrás la tenían ganada, sino haber cometido errores francamente muy elementales que les costaron estar como están.”
López Obrador, quien califica a Calderón de “espurio” y “pelele” de quienes patrocinaron la campaña, saca de sus casillas a Espino, que de por sí tiene un áspero lenguaje político, sobre todo después de anunciar que como “presidente legítimo” enviará iniciativas al Congreso: “Me parece inexplicable que un hombre que está fuera de la ley, que ha estado fuera de la ley y en contra de la ley, anuncie que atenderá los cauces legales e institucionales para hacer propuestas.”
El “personaje en mención”, como llama Espino a López Obrador, ha caído en el desprestigio, como el PRD, advierte. Y dice que Calderón debe aplicarle la ley, porque va a contrapelo de las decisiones emitidas por las instituciones.
“Si el 1 de diciembre las cosas siguen como están, y el comportamiento del líder del PRD y su líder nacional –hablo de su líder nacional, no de su presidente nacional, que no tiene liderazgo nacional, por cierto–, el PAN estaría ya en la posibilidad de promover alguna queja con cauce legal, y exigir el cumplimiento y aplicación de la ley.”
Una opción, dice, es promover la queja ante el Instituto Federal Electoral (IFE) para que, con base en la ley en la materia, se sancione con las prerrogativas al PRD y aun la cancelación de su registro, en función de lo que suceda el 1 de diciembre, en la toma de posesión de Calderón. “Ya se rebasaron los límites de la tolerancia desde el punto de vista legal y hay que obrar en consecuencia”, amaga.
–Y en el caso de López Obrador, ¿podrían encarcelarlo?
–No creo que tenga alguna representación institucional López Obrador como para emprenderla contra él. Se me hace darle demasiada importancia y volver a caer en el error de victimizarlo. Es la institución partidaria PRD la que, en todo caso, tiene una representación jurídica ante la ley y tendrá que responder por sus actos y por los actos de sus correligionarios ante la ley.
–¿También será contra el PT y Convergencia, que forman el Frente Amplio Progresista?
–Ahora sí que los que resulten implicados, pero de entrada, cada acción que cometan algunos de sus militantes, de sus dirigentes, de sus legales representantes, tendrán que acumularse al PRD como institución. Sin miramientos.
Y frente al anunciado sabotaje a la toma de posesión, Espino ya autorizó a diputados y senadores para hacer frente a la oposición, así sea físicamente, y él mismo tiene cualidades para participar en la eventual refriega: “Capaz sí; que lo vaya a hacer, no creo. No me toca. No soy guarura del presidente de México.”
El PAN no es de derecha
Espino habla de su incursión en la ODCA: Aclara que él no buscó, sino que fue iniciativa de partidos que reconocen la trayectoria del PAN, el liderazgo de México en América Latina y “porque, en última instancia, el pensamiento de la ODCA es el pensamiento social cristiano, que es la fuente de la que se nutre el pensamiento del PAN desde sus orígenes.”
Aunque Gómez Morín se opuso en su momento y otro presidente del PAN, Adolfo Christlieb Ibarrola, hizo salir a jóvenes que se identificaban con la democracia cristiana, como el líder juvenil Hugo Gutiérrez Vega y Rodríguez Lapuente, y aun solía llamar “meones de agua bendita” a los militantes católicos que eran cercanos a José González Torres, Espino no ve ninguna paradoja en que ahora él sea presidente de la ODCA.
“Hay que entender los diversos momentos en los que ha estado el PAN. Don Manuel, ya no siendo presidente del partido y ejerciendo una fuerte influencia por con su calidad moral indiscutible, tenía la preocupación de que involucrar al PAN con la democracia cristiana pudiese remarcar la etiqueta que ya le habían puesto muchos o el sistema político al PAN, de ser un partido confesional, clerical, cercano a la Iglesia, cosa que nunca fue cierta.”
–¿Es otra la ODCA de los sesenta, porque Christlieb llamaba “meones de agua bendita” a los panistas simpatizantes de la democracia cristiana, como lo llamó a usted Germán Martínez?
–Alguna razón personal deberá tener Germán para decir esto, pero estoy seguro que no tiene un origen ideológico esa expresión. En todo caso es una diferencia personal. La democracia cristiana no ha cambiado de 1947 a la fecha, como no ha cambiado el PAN tampoco en su pensamiento de 1939 a la fecha.
“Creo que la democracia cristiana de los sesenta tuvo algunas desviaciones, que fueron de carácter ideológico, no de carácter doctrinal. Hubo quienes interpretaron mal la doctrina del pensamiento social cristiano y optaron por la teología de la liberación, mal interpretaron aquella expresión doctrinal del pensamiento social cristiano de la opción preferencial por los pobres y probablemente hubo desviaciones ideológicas o hubo quienes ideológicamente se desviaron, pero la ODCA esencialmente no ha cambiado.”
Espino niega que los partidos que integran la ODCA sean de derecha, porque hay proclives a la izquierda –“no les quiero poner etiqueta, ellos mismo los reconocen” –, como el PAN: “El partido nunca ha sido, no es ni creo que va a ser un día un partido de derecha, que es una clasificación un tanto cuanto nebulosa, imprecisa, en desuso por lo mismo. Pero no es el PAN un partido de derecha.”
El PAN, dice, es de “centro humanista”, es decir, aquel “que no está en una posición equidistante respecto a los extremos, sino en una posición que se preocupa por la persona humana, en su dimensión individual y colectiva”. Todo aquello que sea para bien de la persona, en ambas dimensiones, es una posición del partido. Y esas posiciones a veces se encuentran en partidos que se dicen o que les dicen de izquierda o de derecha. A nosotros no nos importa”.
En ese sentido, reconoce, en México no hay partidos de derecha: “Yo creo que no, y yo diría que ni de izquierda. Que haya quienes se dicen de izquierda, es muy respetable, pero nosotros encontramos puntos de coincidencia con quienes así se definen.”
–¿Todos son partidos de centro?
–No necesariamente, pero hay coincidencias con todos.
–El PAN, el PRI y el PRD son de centro, según su razonamiento.
–Yo no encuentro igualdad entre el PRI y el PAN, pero encuentro puntos de coincidencia. Tampoco encuentro igualdad entre el PRD y el PRI, y el PRD y el PAN.
–Semejanzas.
–Ni siquiera semejanzas. Simplemente tienen puntos coincidentes. Ojalá a partir de esas coincidencias nos podríamos poner de acuerdo de qué hacer en beneficio del país.
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