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sábado, diciembre 23, 2006

EL OPERATIVO MICHOACAN: PURA FARAMALLA

Operativo en Michoacán, dudas razonables

jorge carrasco araizaga

México, D.F., 22 de diciembre (apro).- Comenzaron las discrepancias oficiales en torno a la Operación Conjunta Michoacán. Las suspicacias que generó la primera acción del gobierno de Felipe Calderón contra el narcotráfico crecieron ante las contradicciones del Ejército al momento de informar de los resultados del operativo.

La noche del pasado jueves 21, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) informó sobre la detención de 10 personas y la incautación de un considerable arsenal y de marihuana en Aguililla, Michoacán.

Nada extraordinario en el contexto de la información difundida por la Sedena desde que el 11 de diciembre comenzó el operativo en la tierra del presidente.

Pero a la luz de lo reportado previamente por el mando único de la Operación, el general de división Manuel García Ruiz, lo informado por la oficina de Comunicación Social de la Defensa Nacional no sólo contradice al responsable de las acciones en el terreno, sino que introduce la sospecha.

El general García Ruiz, en efecto, había declarado a la prensa por la mañana del jueves que, además de la marihuana y del arsenal, una de las incautaciones más importantes del 2006, había detenido a 12 personas, cuyos nombres entregó a los periodistas.

Inexplicablemente, horas después la Sedena aseguró que eran sólo diez los detenidos. Sin dar ninguna razón de la diferencia, se limitó a enlistar los nombres, el arsenal y la cantidad de estupefaciente asegurada.

La diferencia es más que de una cifra, pues es difícil pensar que el mando único del operativo proporcione de forma deliberada datos equivocados de su trabajo o que la oficina de Comunicación Social del Ejército y la Fuerza Aérea tenga información más precisa.

El general García Ruiz, comandante de la XII Región Militar, con sede en Irapuato, Guanajuato, fue comisionado por el secretario de la Defensa Nacional, general Guillermo Galván Galván, para estar al mando de los casi cinco mil militares, incluidos dos mil 500 marinos.

Desde los primeros días del operativo, en el que participan también las secretarías de la Marina y la de Seguridad Pública, así como la Procuraduría General de la República, el general divisionario García Ruiz empezó a dar cuentas de las detenciones, incautaciones y cumplimiento de varias órdenes de aprehensión en distintas poblaciones michoacanas. Pero pronto comenzó a hacer declaraciones grandilocuentes como aquella en la que decretó la virtual desaparición de Los Zetas, el brazo armado del cartel del Golfo escindido de una unidad de elite del Ejército y responsable de numerosas ejecuciones en distintas partes del país.

Los Zetas, dijo, ya son un mito, pues del grupo original ya no queda ninguno, pues están muertos o encarcelados. También decretó la inexistencia de kaibiles guatemaltecos entre los narcotraficantes mexicanos. Es decir, que ese que fuera también grupo de elite del ejército de Guatemala nada tiene qué ver con los degüellos de operadores del narcotráfico que se empezaron a registrar este año.

Más triunfalista, declaró: “nosotros no vamos a la guerra si no estamos seguros de ganar”.

Según el divisionario, quien se reforzó la semana pasada con dos mil 500 militares de Querétaro y Guanajuato, el Ejército Mexicano no habría entrado a combatir el narcotráfico de no haber estado seguro de que derrotaría a los poderosos carteles de la droga en México.

Son ya varias décadas de esa guerra y nadie, muchos menos el general García Ruiz, se puede engañar de que se ha ganado, por más acciones espectaculares como la de Michoacán o la ahora tan recordada Operación Cóndor de 1977, hace tres décadas, en el llamado triángulo dorado que forman los fronteras de Sinaloa, Durango y Chihuahua.

Esa acción tuvo el mismo efecto que ahora se está viendo en Michoacán, los capos de entonces se trasladaron a otro sitio, sobre todo en Jalisco.

Las detenciones que se están practicando en Michoacán son de narcotraficantes pequeños y medianos, un pálido resultado ante la dimensión del problema que viene a mostrar lo obvio, que no basta con la represión y con campañas mediáticas como se estará en mejores condiciones de enfrentar el narcotráfico.

jcarrasco@proceso.com.mx



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