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sábado, noviembre 04, 2006

LAS SATIRICOSAS DE ESTA SEMANA

Satiricosas
Se va Fox, ¿Y las drogas qué?

Por Manú Dornbierer.- Fox deja al país en pésimo estado. Es el único que todavía cree las bobas mentiras de sus spots. No hizo nada visible ni tangible ni comprobable por el país, a no ser mantener a costa de la pobreza de la mayoría de los mexicanos esa “exitosa” macroeconomía que le fabrican desde fuera y que aquí dentro sólo favorece a un grupúsculo. Los demás poco saben con qué se come.
Pero entre lo que deja pendiente hay cosas verdaderamente criminales, de las que parece desentenderse sin asomo de responsabilidad. Ejemplo, las drogas. El consumo local desaforado y una narcoviolencia como nunca se había visto.
Eso sí, a los gringos les entregó algunos capos (entre los que por supuesto nunca se contó al tan curiosamente evadido “Chapo” Guzmán) para cumplir con la política común de “La guerra de las drogas” de taparle el ojo al macho, es decir de hacer creer a los ciudadanos de un lado como del otro del muro que en verdad los gobiernos combaten la megaplaga. Pero a los desprotegidos mexicanos comunes y corrientes nos devuelve un país en manos de los narcos.
La noche del 29 de septiembre, en la cadena de televisión internacional CNN en español, se dijeron cosas que en un país en sus cinco sentidos debieron causar una movilización de la sociedad y del Congreso y una investigación que ya se tardó demasiado de la conducta del gobierno de Vicente Fox en el rubro del narco. Carmen Aristegui entrevistó al director del periódico “El Noroeste” de Culiacán, el ingeniero Manuel Clouthier, hijo del candidato del PAN a la Presidencia en 1988. El ingeniero denunció abiertamente que la protección presidencial hizo de su Estado, Sinaloa, un paraíso para los narcos. Pero en la dislocada y cínica Foxilandia por lo visto la denuncia pública e internacional de Clouthier no sacudió a nadie, a no ser a los habitantes de otras regiones libradas por el solapamiento foxista a la barbarie de la lucha por “los territorios de los cárteles”; por ejemplo, el corredor Guerrero y Michoacán, dos entidades con gobernadores perredistas, pero sospechosamente amigos de Fox y de Marta.
A Clouthier no le hacen caso, porque el hijo del “Maquío” se declaró partidario de López Obrador y le ofreció durante la campaña en 2005 una comida, que por cierto provocó en el nuevo Excélsior, hoy propiedad del empresario del sexenio, Olegario Vázquez Raña y de su socia Marta Sahagún, un inmundo artículo de insultos contra los hijos del que fuera candidato del PAN en 1988. (Por cierto, a ver si ya me pagan los 3 años de colaboraciones que me debe Excélsior, aunque sea partidaria de AMLO, puesto que el empresario compró con todo y pasivos).
Guerrero, y Acapulco en especial, están siendo exhibidos mundialmente como uno de los puntos más siniestros del planeta. Circulan en Internet reportajes como uno de Duncan Kennedy, de la BBC News, que describen en detalle la dantesca narcoviolencia con testimonios de gente del puerto que cuenta cómo encuentra una cabeza flotando en una playa o dos a las puertas del Ayuntamiento, y cadáveres de “ajusticiados” por doquier. Lo que fue y lo que es el puerto más famoso de México le duele y le aterra al país entero así como a los muchos amigos que sigue teniendo en el mundo. Pero a Fox le vale gorro, más todavía que lo que sucede en Tamaulipas o en Veracruz.
Ahora bien, si el gobierno de Fox no ha hecho nada contra la violencia del narco, tampoco los ciudadanos abren la boca al respecto por miedo. Yo la abrí hace mucho, en 1991, en un libro que se llama la “Otra guerra de las drogas”. Entonces México era un país de tránsito y de alguna producción de drogas, no una narconación como la que nos deja, en la que el consumo se ha instalado a grados alarmantes y los intereses que se manejan hoy dentro del país se han catapultado. He vuelto a editar ese libro, de cuya información se concluye desde entonces y se destaca hoy más que nunca que la única solución a la narcoviolencia que daña al país (a los países) es la legalización de algunas drogas. Esta es la tesis de todos los que conocen realmente el problema. La prohibición sólo sirve para incrementar el negocio, pero sobre todo a desatar más y más violencia. Para eso fue planeada “La guerra contra las drogas”, que en 1989 declaró a los países productores el gobierno de USA, a instancias del actual vicepresidente de Bush Jr., Dick Cheney, quien como secretario de la “Defensa” de Bush Sr. se había quedado sin presupuesto por la terminación de la Guerra Fría y tenía que encontrarse, como decimos en México, otras “buscas”. Por eso inventó esa guerra, como hoy la de Irak. Como todas por business y porque ofrecía la oportunidad de ocupar los países latinoamericanos que se dejaran. Aparte del Departamento de la Defensa, muchas otras dependencias oficiales gringas recibieron dinerales y florecieron. Léalo.
Además de la situación que se vive, algo que me decidió a reeditar este año el libro, con su cauda de información, fue la evidencia de que la política de Estados Unidos antidrogas de 1989 es la misma que hoy se aplica, pero peor, acentuada por el tiempo y por los resultados citados: una terrible violencia y un aumento inconcebible del consumo en países que, como se dice, antes eran territorios de tránsito o de producción, pero que no emulaban “la pesadilla americana”. El diseñador de esa política fue un individuo que el año pasado se exhibió como un retrasado mental: William Bennett, el que antes de ser el primer zar de las drogas había sido de 1985 a 1988 secretario de Educación del país más poderoso de la Tierra.
El 28 de septiembre de 2005, en un programa de radio en cadena, Bennett contestó a una pregunta del público referente a qué hacer para controlar la violencia en USA, lo siguiente: “Si quieres reducir el crimen, y ese fuera tu único propósito, podrías hacer abortar a cada niño negro en este país y la tasa de crímenes descendería. Eso sería una cosa imposible y reprensible, pero la tasa criminal disminuiría”. Por energúmenos como éste USA está como está y nosotros, con gobiernos neoliberales de derecha que sólo obedecen, estamos como estamos.
La razón de esta reedición es invitar al público a informarse y a reflexionar sobre el deber de los ciudadanos de hacer cada uno algo para limpiar la vida del planeta, en el caso impulsar la posibilidad de que los países vayan legalizando la droga, lo que de entrada disminuiría la violencia. Estoy enviando el libro a los gobiernos de otros países de Latinoamérica. Por cierto, hay un capítulo entero de la autoría del entonces presidente de Perú, Alan García, que hoy ha vuelto a la Presidencia de su país. De lo que se trata es de que los que no estamos involucrados para los ciudadanos no es de solucionar en todos sus aspectos el magno problema. No podemos. No nos corresponde. Pero lo que sí podemos hacer es trabajar en algo que disminuya la narcoviolencia de la que somos víctimas millones de ciudadanos del mundo “sin temerla ni deberla”. Se trata de decidir entre todos el destino de la humanidad, ya que las autoridades son incompetentes simplemente en el mejor de los casos o cómplices.
En mi página www.manudornbierer.com hay una invitación permanente a pronunciarse sobre el tema. Acéptela y pronúnciese, pero, con conocimiento, una vez que se informe con mi libro o con otros. Juntemos firmas y opiniones para canalizarlas a los que ejercen el poder. No nos quedemos aterrados y cruzados de brazos.


Ulises, FeCal, Fox entiendan: EL PUEBLO NO ES TONTO!!!