LA TORPEZA DEL GOBIERNO FOXISTA
René Delgado
La disyuntiva
El gobierno de Vicente Fox está a punto de provocar supuestamente lo que quería evitar: complicar todavía más la toma de posesión de Felipe Calderón. A un mes de la ceremonia de transmisión del poder, el foxismo incendió voluntariosamente Oaxaca.
Podrá decirse lo contrario pero el respaldo, los servicios, los recursos y el apoyo prestados por el gobierno federal a Ulises Ruiz fortalece -no diluye- el temor de que Felipe Calderón no pueda asumir la Presidencia de la República. El ambiente polarizado y crispado que dejó la elección presidencial, Vicente Fox, Reyes Tamez, Carlos Abascal y, tangencial pero contundentemente, Eduardo Medina Mora lo transformaron en una abierta confrontación. Todos entusiasmados por las porras del ex portavoz de la guerrilla salvadoreña y actual portavoz presidencial, Rubén Aguilar, quien ahora se interesa más por las autopsias que por los muertos.
La excusa de que todo es producto de la indiferencia, la ineptitud, la inexperiencia, la incapacidad y la indecisión política del foxismo para encarar los problemas, ya no ampara la justificación y abre la puerta a la posibilidad de la perversión política como el as bajo la manga de Vicente Fox. Sin querer o adrede, la profundización de la crisis en Oaxaca deja claramente establecida la disyuntiva del gobierno federal: provoca la salida de Ulises Ruiz o asume, en serio, la entrada de la fuerza pública. Una u otra. Lo demás son habladurías.
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La ruta del foxismo frente al problema en Oaxaca, fue la siguiente: la indiferencia, la negligencia, la indecisión, la torpeza y el error o, como dicho, la perversión.
Semanas se llevó el portavoz Rubén Aguilar argumentando que el conflicto era estatal y que, por un profundo respeto al federalismo, el gobierno federal no intervendría. Luego, vino la negligencia. El secretario Reyes Tamez se desentendió del problema magisterial y el secretario Carlos Abascal comenzó a patinar en los términos de la negociación: dio al magisterio más de lo que pedía, recibiendo de Ulises Ruiz mucho menos de lo que necesitaba. Más tarde, sobresalió el sello del foxismo: la indecisión. Maniobras militares con la Armada nomás como amedrentamiento, para terminar enviando a la fuerza pública sin autorización de hacer uso de la fuerza. ¡Increíble! Finalmente, vino la torpeza y el error o la perversión: meter el cuerpo por Ulises Ruiz, involucrándose directamente en el problema hasta convertirse en el protagonista principal de un asunto que supuestamente no era de ellos. Del profundo respeto al federalismo, se pasó a la virtual suspensión de garantías sin declaración oficial. Todo sin remover al principal obstáculo, la barricada mayor de Oaxaca: Ulises Ruiz.
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Si bien el conflicto en Oaxaca arrancó el 22 de mayo, el 14 de junio -día en que el entonces gobernador pretendió desalojar el plantón de los maestros, sin ni siquiera hacer un cálculo de fuerzas- Ulises Ruiz suscribió su renuncia pero la inacción del gobierno federal hizo que la posfechara.
En aquellas fechas, al gobierno federal le preocupaba la elección presidencial y, fiel a la costumbre, adoptó como salida, la indiferencia. El Estado de derecho podía esperar. La prioridad era la elección presidencial y, salvado -como se salvó- ese escollo, Ulises Ruiz entendió que el miedo del gobierno federal era un disvalor a explotar. Involucrar al gobierno federal en el conflicto era su prioridad y lo consiguió, con la complicidad de su partido: si cae Ulises, no llega Felipe. El coordinador de la fracción parlamentaria del PRI, Emilio Gamboa, se volvió el principal escudero de Ulises.
Ulises Ruiz tenía absoluta claridad de la necesidad de involucrar al gobierno federal en el conflicto para evitar que su cabeza quedara en la mesa de la negociación y lo engatusó. El miedo comenzó a ser el motor de la actuación gubernamental y la contradicción, la bujía de su desempeño.
El PRI supo mover sus fichas y Vicente Fox negoció la permanencia de Ulises Ruiz a cambio de la llegada de Felipe Calderón. Ahí está el resultado. Ulises es insostenible y la toma de posesión de Calderón más complicada.
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El tamaño del error o la torpeza oficial frente a la crisis en Oaxaca, por momentos hace creer que, en realidad, la idea es dejar por herencia a Felipe Calderón un auténtico campo minado. En esa materia es donde asoma la idea de la perversión.
Enviar a la fuerza pública federal sin autorización para hacer uso de la fuerza, es un galimatías que, en cualquier circunstancia, obligaría a rendir cuentas de qué es lo que se pretendía. La responsabilidad de lo que ahora ocurre en Oaxaca es del presidente de la República y de los secretarios de Gobernación y de Seguridad Pública, mientras su socio Ulises Ruiz se dobla... pero de risa.
Se desgastan los secretarios de Gobernación y de Seguridad Pública jurando que la Policía Federal no iba a ingresar al campus universitario. Si no era esa la intención, de quién fue entonces la brillante idea de retirar las barricadas en las calles adyacentes. Era evidente el peligro del choque violento, un servicio de inteligencia serio no podría ignorar eso. Pero si aun así se fue al lugar, la decisión de reaccionar contundentemente en el choque se tenía que haber tomado previamente. A cuento de qué viene ahora la argumentación que nomás iban a quitar barricadas.
El saldo es terrible. La fuerza pública queda prensada entre la prudencia y el ridículo. El valor de la autoridad, por los suelos.
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El saldo de la crisis en Oaxaca, es impresionante. Un millón 300 mil niños sin escuela desde hace casi 170 días. Una ciudad paralizada y lastimada en su economía. Un compromiso posfechado al próximo gobierno, con un costo de 45 mil millones de pesos. Ocho alertas internacionales -Estados Unidos, Canadá, España, Gran Bretaña, Francia, Países Bajos, Alemania y Australia-, recomendando no visitar la ciudad de Oaxaca. Dieciséis muertos reconocidos, un sinnúmero de heridos y detenidos. De esos muertos, sólo uno angustia a la autoridad.
Decenas de edificios y vehículos públicos y privados dañados. Infinidad de balaceras y actos de barbarie, suscritos por Fuenteovejuna. Decenas de monumentos y edificios históricos así como patrimonios privados lastimados. Una ciudad polarizada. Los tres poderes de la Unión involucrados, dos de ellos -el Ejecutivo y el Legislativo- confrontados, retozando en el ridículo. Un presidente de la República y tres secretarios de Estado desautorizados por su negligencia.
Ese es el costo de la aventura de poner el gobierno federal a disposición de Ulises Ruiz que, en el colmo del cinismo, involucra a las fuerzas federales pero rechaza un exhorto porque, según él, eso sí viola la soberanía de su estado. Un hombre que dice gobernar desde la cafetería de un hotel, desde el hangar de un aeropuerto, o desde la clandestinidad del refugio en turno pero, a todas luces, incapaz de garantizar cuando menos que las ambulancias circulen en su feudo.
Esos costos los hizo suyos el foxismo que, por error o perversión, diseñó de ese modo su estrategia. Ahora, la disyuntiva es formalizar la salida de Ulises o formalizar la entrada de la fuerza pública. Ya, en su momento, se integrará la Comisión de la Verdad correspondiente.
Correo electrónico: sobreaviso@latinmail.
Ulises, FeCal, Fox entiendan: EL PUEBLO NO ES TONTO!!!
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