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lunes, diciembre 04, 2006

CHAVEZ Y LA IZQUIERDA GANAN EN VENEZUELA

Gana Hugo Chávez la relección en Venezuela con más de 60% de votos
  • "Todo está consumado", sostiene el presidente
  • El opositor Manuel Rosales obtiene 38% de sufragios; admite su derrota pero rechaza el margen de diferencia
  • Festeja la "marea roja" bajo intenso aguacero frente al Palacio de Miraflores
  • Abstención de 25 por ciento


BLANCHE PETRICH ENVIADA


Caracas, 3 de diciembre. El aguacero y los fuegos artificiales cubrieron el Palacio de Miraflores, en el centro del valle de Caracas, con una bruma iluminada. Y en el balcón que el presidente Hugo Chávez bautizó a lo largo de sus hazañas como el "balcón del pueblo" apareció el mandatario a las 10:30 de la noche. Por las avenidas que rodean la sede de la presidencia celebraban miles de seguidores ondeando banderas, bailando bajo la lluvia, coreando la ya clásica "¡Uh, ah, Chávez no se va!"

Minutos antes, la presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, había emitido el primer boletín oficial con las cifras de 78 por ciento de las casillas escrutadas: cinco millones 936 mil votos (61 por ciento) para Chávez, contra tres millones 715 mil (38 por ciento) para su contrincante Manuel Rosales; un resultado contundente que difícilmente podrá ser impugnado por la oposición.

Al final de la jornada, el epílogo fue el previsto: la marea roja concentrada en el centro de la capital en plan de fiesta y Hugo Chávez, que permanecerá un nuevo sexenio en el poder, micrófono en mano, arengando a sus seguidores en un largo acto transmitido por todas las televisoras del país en cadena nacional.

"Todo está consumado, como dijo Cristo", exclamó con su potente voz. Y arrancó el discurso de su victoria, asegurando que "el reino de amor y de paz de Cristo es el reino del socialismo, el reino del futuro venezolano".

Poco antes de la medianoche, el opositor Manuel Rosales, con enormes ojeras, reconoció su derrota sin admitir los márgenes de diferencia que anunció el CNE: "Esa no es la cifra exacta. Los márgenes son mas estrechos". Aseguró: "Que el gobierno lea muy bien este resultado. No fueron 10 millones" que pretendía el presidente Chávez. "No somos bobos, aquí arriesgamos todo y seguiremos arriesgando". Y anuncio que desde hoy "empiezo a recorrer el país para la construcción de una nueva lucha por la democracia y la libertad."

Para la clase media y alta, el peor vaticinio

Al caer la tarde, en la Caracas de los rascacielos, se abatía el peor vaticinio. La consigna fue: todos a guardarse en sus casas porque "la malandra" está suelta.

Lo cierto es que a esa hora las grandes marchas de las camisetas rojas que se esperaba que bajaran de los cerros donde viven las mayorías pobres de la capital los seguidores de Hugo Chávez, que los opositores, marcados con el lenguaje clasista, llaman malandros o "sin camisas"­ no aparecían aún en el centro de la capital.

La lluvia, el ánimo pendenciero entre tirios y troyanos y un clima de temor que no se justificaba por la normalidad con la que transcurrió el proceso electoral, paralizaba la ciudad.

En la casa de campaña del opositor Manuel Rosales, en Quinta Esmeralda, la crema y nata de los pequeños partidos que se agruparon para hacer frente a la opción chavista, consumía grandes cantidades de café, en tensa espera. A las cuatro de la tarde apareció el coordinador de la campaña de Rosales, Omar Barbosa, ex alcalde de Maracaibo, para ofrecer a sus ávidos seguidores "un mensaje de optimismo" y llamar a sus representantes en las 33 mil mesas electorales de todo el país a permanecer firmes en sus puestos para realizar la "auditoría en caliente" que implica abrir 54 por ciento de los paquetes electorales y recontar manualmente los votos registrados por el sistema automatizado en presencia de representantes de las dos fuerzas electorales enfrentadas.

Sus seguidores, todos uniformados de camisas blancas y pantalones de mezclilla azul, tomaron el mensaje en versión libre. "¡Oye, que ya ganamos!", comunicaba por el celular un hombre a alguien más. "¡Que sí, mi santa! Ya lo dijeron. Ahora sí ¡a cobrar!", gritaba por otro telefonito una señora de buen ver. Los parientes, periodistas y allegados a los partidos opositores con acceso al cuartel general de los opositores aplaudían rítmicamente: "¡A cobrar! ¡A cobrar!", que fue el grito de campaña de Manuel Rosales.

Pero esa euforia de los opositores que alentaban la última esperanza del fin del gobierno de Chávez, se esfumaba al pisar la calle.

De manera extraoficial circulaba ya a esa hora la encuesta de salida de la empresa estadunidense Evans Mc Donough, contratada por la paraestatal petrolera PDVSA, con las primeras cifras que situaban al opositor Manuel Rosales 29 puntos por debajo de Chávez, en una proporción de 57 por ciento contra 38 por ciento, según un anuncio de Germán Campos, director de la encuestadora Consultores 30.11.

Al final, ya con las primeras cifras oficiales del conteo de votos, este porcentaje bajaría seis puntos porcentuales pero aun así le dejaría a Chávez un holgado margen de ventaja sobre su contrincante.

En otro polo de la ciudad, Avenida Urdaneta, en las cercanías del Palacio de Miraflores, a esas horas de la tarde no llegaba aún la marea roja de seguidores de Hugo Chávez. En las filas de oficialismo también daban muestras de reserva y tensión. Willian Lara, ministro de información y estratega electoral del oficial Movimiento V República, aseguraba que las fuerzas chavistas no habían desplegado su maquinaria en acatamiento estricto de la ley electoral y que no lo harían hasta que el Consejo Nacional Electoral (CNE) no emitiera su primer boletín.

Labor del Comando Miranda

Como lo habían anunciado, los militantes de los comandos bolivarianos pusieron en marcha el plan para movilizar el mayor número posible de ciudadanos hacia las urnas desde las tres de la madrugada. Hace tres meses el presidente Chávez dio el banderazo para los trabajos del llamado Comando Miranda, en honor al líder independentista Francisco Miranda, que organizó células de promoción del voto en todo el país. Según cifras del órgano chavista Aporrea, este comando, que se apoya en las instituciones de gobierno de los niveles federal, estatal y municipal, que aquí le llaman "parroquiales", aglutinó más de nueve mil "batallones" y 30 mil "pelotones electorales".

De modo que en los barrios populosos filas de potenciales electores de entre cinco y hasta diez cuadras saludaron con júbilo la apertura del proceso a las siete de la mañana. Para la hora del almuerzo, más de 60 por ciento de las boletas se habían utilizado. Los grupos de observadores internacionales que recorrieron mesas electorales a lo largo de la jornada coincidieron a calificar el proceso como una "fiesta de la democracia".

El vicepresidente José Vicente Rangel compareció a mediodía en conferencia de prensa anunciando que, sin duda, el abstencionismo sería el gran derrotado de la jornada. En los últimos procesos electorales, la cifra de 30 por ciento de ausentismo de las urnas ha permanecido inamovible.

Para Chávez, que pretendía ganarle hoy a su contrincante con al menos 30 por ciento, sus famosos "10 millones por el buche", los que se abstienen constituyeron un objetivo a conquistar.

En los condominios de zonas de clase alta y clase media como Chuao, El Naranjo, El Cafetal, grandes colas en las casillas indicaban que los antichavistas también habían decidido salir a las calles en defensa de su opción electoral. En una de las mesas, en Chuao, las controvertidas máquinas "captahuellas" presentaron problemas con el sistema y los vecinos, todos uniformados de blanco y azul, organizaban airadas y unánimes protestas ya que, a pesar de la desmañanada, tuvieron que esperar hasta cinco horas para emitir su sufragio.

En el casco viejo del barrio de Petare, en la sede del municipio de Sucre, la concejal Isabel Rada se afanaba, a mediodía, en la coordinación de cientos de motociclistas encargados de movilizar a los votantes pro Chávez. "Aquí explicaba tenemos el reto de que mitad del barrio son clases populares y la otra mitad son clasemedieros. Nuestro desafío es convencer a una mitad del electorado de los logros de la revolución; de que Chávez no es un dictador ni un autoritario. Pero no es fácil porque aquí lo que vivimos todos los días es un choque de clases que no se resuelve sólo con propaganda y discursos".

El tono de las campañas no ha ayudado a paliar este choque. "Los que quieren a Chávez, lo aman. Los que no lo quieren, lo odian. No hay términos medios. Lo que nos hizo falta reconoce es elevar el tono del debate".

Quizá por eso en las colas para votar fuera de las casillas del Petare la gente espera en silencio. Ni los chavistas vistieron de rojo ni los opositores de azul. Y en las reglas del juego no escritas, los que pierdan se guardarán esta noche, sin salir a la calle. Ya mañana será otro día. Los estrategas de los dos bandos tendrán que pensar en cómo entrar en una etapa de distensión.

De no hacerlo, advierte Eleazar Díaz Rangel, director del diario Ultimas Noticias, todos habrán de pagar costos.

Por lo pronto, frente a Miraflores, nada atempera el triunfalismo de los chavistas que siguen danzando bajo la lluvia, largo tiempo después de que el presidente Chávez desapareciera del "balcón del pueblo", ya emepapado y aterido de frío. Se despide con la voz temblorosa: "Me siento chiquitico ante ustedes, pero con el corazón tan grande como la sábana que me vio nacer".

Pero antes de retirarse deja caer nuevas cifras de los resultados electorales que al menos, hasta la medianoche, no han sido confirmadas por el CNA. Dijo Chávez que había roto con el techo de 70 por ciento de votos obtenidos y que el abstencionismo, por el contrario, había roto el piso y caído a un histórico 25 por ciento.

Y es que la meta que se había propuesto en este proceso electoral que para su gobierno significó un nuevo refrendo popular, que le daría el peso suficiente para dar el salto a un modelo socialista, era de 10 millones de votos, y no los 6 millones obtenidos. A pesar de todo, su triunfo es incuestionable.



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