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martes, octubre 10, 2006

TODO POR EL DIALOGO Y LA DEMOCRACIA

Negociación política, no represión
Escrito por Julio Pomar
10-10-2006
Palenque
Aún antes del primero de diciembre, en que supuestamente asumirá Felipe Calderón las funciones de presidente designado, corre muy fuerte la voz de que el suyo será un gobierno represivo. A eso lo inclinan tanto su alianza con los poderes reales (fácticos) de México, incluidos el duopolio televisivo y el oligopolio radiofónico, como el estar plagado su equipo de miembros del ultraderechista grupo El Yunque. Lo de Oaxaca, ecuación insoluta hasta hoy para el foxismo, despejará en principio dudas al respecto.
Siguen diciendo los comentarios de pasillo y de calle entre políticos perredistas y priístas (los panistas guardan discreto o cómplice silencio), así como entre periodistas, que si a Calderón se le ocurre llevar a colaborar con él al frente de la Secretaría de la Defensa (SDN) al general José Alfredo Oropeza Garnica, esa perspectiva represiva será mayor. En los ambientes militares, de los cuales también se cuelan informaciones y comentarios, se señala (1) que quien en el último año del sexenio tiene bajo sus órdenes el desfile militar del 16 de septiembre, es casi seguramente quien encabezará la próxima SDN, y (2) que el general Oropeza Garnica se destacó como represor cuando estuvo al mando de la región militar de Guerrero y Chiapas, en que militares sitiaban los enclaves guerrilleros de Lucio Cabañas en la primera entidad mencionada, en los 70 y 80. Aunque aún es muy prematuro definir el papel que jugarán los militares en el próximo tiempo, ese es un dato que ya se anuncia como ominoso, pero siempre será preferible que las fuerzas armadas se mantengan en el respeto a la Constitución, a las instituciones y, sobre todo, al pueblo del cual proceden y al cual deben servir y respetar preminentemente. Su respetabilidad social se pondría en duda de no actuar así con el pueblo.
De ser verdaderas las versiones de que el general secretario de la Defensa, Clemente Vega García, se negó siquiera a sacar a la calle, para efectos presuntamente sólo “disuasivos”, a tropas militares tanto en Atenco como en Sicartsa y ante el plantón obradorista del corredor Zócalo-Reforma-Periférico, confirmaría que los militares no están ya dispuestos a ser utilizados por los políticos como en el pasado lo fueron, sin plena legalidad. Se dice que el general secretario Vega García, exigió lo mismo al presidente Fox --su jefe supremo según la ley-- que al secretario de Gobernación, Abascal, que la orden se le diera por escrito, sin lo cual no habría acción castrense. Esto es, para que en cualquier circunstancia no hubiera dudas del origen de la movilización o acción militar. Ni dejes de cumplir tu guardia, ni cumplas comisión que no te den, dice una máxima castrense.

Lo cual, de ser cierto, habla bien del talante que las autoridades militares guardan ante el poder de los civiles en el gobierno. No están dispuestos a suplir la ineficacia política de los gobernantes en turno, con su acción que por razón natural es dura y determinante, como en el 68, aunque esta no resuelva los conflictos, sino que los deja larvados para el porvenir. Por fortuna para el propio Fox, hasta ahora no hubo, por esa actitud militar, una intervención represiva mayor, aunque tal presencia se detectó tanto en Atenco y en Sicartsa como en el cerco al Palacio Legislativo de San Lázaro, con elementos de la Policía Federal Preventiva, a quienes se señala como militares vestidos de gris. En Oaxaca, como en cualquier parte, debe prevalecer la negociación política, por complicada que sea, y nunca la represión.