EL QUESO FOXISTA
El queso foxista
alejandro pérez utrera
México, D.F., 28 de septiembre (apro).--Los oaxaqueños dicen de sí mismos que son tan complicados que hasta el queso hacen bolas. Pero, a la luz de la crisis que azota al estado de Oaxaca, esa chispa de sentido del humor adquiere un cariz trágico, explosivo.
Sumada al rompecabezas que tiene ante sí el gobierno federal, la insensibilidad del gobernador Ulises Ruiz para atender las demandas de los maestros, llevada al extremo cuando intentó reprimirlos, arrastró a esa entidad al caos y a la insurgencia popular.
Si acaso hay una dosis de verdad en el estereotipo sobre la complicada idiosincrasia oaxaqueña, ese rasgo puede explicarse con base en los siguientes factores:
El estado, el segundo más pobre del país después de Chiapas, tiene más de 500 municipios plagados de necesidades; unas 12 mil localidades con menos de 2 mil 500 habitantes que exigen servicios básicos; 16 grupos étnicos que subsisten gracias a sus propias formas de organización; una economía paupérrima que depende del poder de consumo de la burocracia magisterial, federal y estatal –la actividad turística va en picada-- y, sobre todo, de las remesas que envían los más de dos millones de oaxaqueños que emigraron a Estados Unidos por falta de trabajo; un campo devastado, improductivo y cuya población se mantiene con esas remesas, así como una pobreza lacerante que alcanza un alto porcentaje de los 3 millones 600 mil habitantes del estado.
Por eso, las expectativas de los oaxaqueños son reducidas: emigrar a Estados Unidos como jornaleros, mal vivir del comercio en pequeño o servir de mozos en la industria turística o en casas particulares. Y ahora, para colmo, la economía del estado dejó de recibir la derrama de recursos que genera la burocracia magisterial, compuesta por 70 mil maestros que no han cobrado sus salarios desde hace casi dos meses.
Parece que el propio gobernador del estado, el priista Ulises Ruiz y presuntamente oaxaqueño, no ha terminado de entender la problemática de su propia tierra, y, a juzgar por su actitud desafiante contra el movimiento que busca derrocarlo, parece no haber comprendido tampoco que cada vez más amplios sectores de la sociedad oaxaqueña repudian su ligereza, ni el hecho de que en la elección federal su partido perdió ante el PRD nueve de 11 diputaciones federales y dos senadurías.
En el caso de Chiapas, cuya composición política, social y económica es similar a la de Oaxaca, todo mundo pareció estar de acuerdo en que su atraso ancestral había sido factor detonante de la insurrección indígena. ¿Habría que sorprenderse ahora ante un desenlace semejante en el caso de Oaxaca?
No por el hecho de que parezca utópica la implantación de un eventual gobierno popular revolucionario, encabezado por la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca y la Sección 22 del SNTE, debe descartarse del análisis lo que implicaría un ensayo de tal naturaleza en un entidad que sabe del tequio y que, en muchos sentidos, ha podido sostenerse a sí misma no sólo en lo político, sino también en lo económico.
Por lo pronto, las calles de la capital de Oaxaca y de sus municipios conurbados lucen como zonas de guerra: alrededor de mil 500 barricadas las bloquean, y centenares de hombres embozados toman posiciones, fabrican arsenales molotov.... En estado de orfandad, la población improvisa comités de defensa para contener la oleada de asaltos y saqueos que se desataron ante la inoperancia de las fuerzas públicas locales y, a su vez, el Ejército, al igual que la Policía Federal Preventiva, se moviliza...
Mientras tanto, a Vicente Fox le preocupa más reunirse con gobernadores priistas para salvar la cabeza de Ulises Ruiz que ponderar la complejidad del problema, remover a su incapaz secretario de Gobernación y operar con urgencia la renuncia del gobernador, toda vez que el mandatario estatal sigue empeñado –pase lo que pase-- en mantenerse donde está.
Entre los hechos más recientes en la entidad destaca el paro de 48 horas que organizaron los empresarios como medida de presión contra los gobiernos estatal y federal a fin de que solucionen el conflicto, en tanto que la Secretaría de Gobernación prueba medidas desesperadas.
Pero ni hablar. Ya conocemos al presidente Fox y a su secretario Abascal. Primero fueron indolentes ante el conflicto, luego intervinieron a destiempo y ahora están más hechos bolas que el queso oaxaqueño.
Fox entiende: EL PUEBLO NO ES TONTO!!!
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