CADA TRAMPA DE FECAL, LOPEZ OBRADOR PUEDE DENUNCIARLA Y CONVOCAR AL PUEBLO PARA EVITARLA
QUÉ HACER.
Escrito por Conrado Farías Segundo.
El marco constitucional legaliza un movimiento civil mexicano para cambiar a su presidente electo. Un presidente en funciones sigue siendo un presidente electo, pero además es presidente nombrado una vez que se le coloca la banda presidencial y ya no se le cita como presidente electo, porque la denominación de Presidente de la República es un nombramiento obviamente de mayor jerarquía. Pero sigue siendo presidente gracias a que el pueblo lo eligió. Y como es elegido por el pueblo, constitucionalmente puede ser destituido por ese mismo pueblo. Y la persona que ocupa el cargo no debería de oponer más resistencia que la que marca también la ley. Es así como un país puede vivir en armonía previendo las fallas humanas con leyes que han cuidado dejar en manos del pueblo tanto la elección como la destitución. Esos son los momentos cumbres del pensamiento político. Esos resultados del trabajo de toda la humanidad en su conjunto, son los que echa por tierra la maldad del ser humano. La ambición también juega y la historia de la humanidad se desarrolla en una lucha entre la ambición y el buen pensamiento. Es la ambición por la que el hombre malo miente, se asocia y asesina. Se apodera de la riqueza ajena o de la riqueza sin dueño que está ahí en algún lugar para que los hombres buenos la disfruten todos trabajando en armonía. Carlos Mari le dio un manejo formal y especificó que es la división de clases sociales la causa de la lucha a muerte. Si se permite ser simplista para facilitar la exposición, la lucha es del rico contra el pobre. Sí. No es de pobres contra ricos, porque no es el pobre el que se la pasa buscando camorra, por la sencilla razón de que el rico no le deja ni tiempo ni espacio ni herramientas ni pensamiento para hacerlo. Si por los ricos fuera, la humanidad toda estaría viviendo con un 95 por agencias como esclavos y con el resto como amos y señores de vidas y haciendas. Hay grandes pensadores que juran que al final del cuento, todos seremos felices, porque es lógico que se imponga el bien sobre el mal y que los depredadores de su misma raza, llegarán a entender que la armonía se consigue sólo con la equidad. Pero Adolfo Sánchez Vázquez no. Él dice que si la gente buena se descuida, la historia de la humanidad va a ser una curva senoidal. Que unas veces y en algunos lugares del planeta, la gente va a estar viviendo en armonía un tiempo y otro en guerra. Se entiende que hay un lapso en el que la vida de las personas transcurre cargando toda la tristeza del mundo. Como los momentos que han vivido y están viviendo tantos países, aunque no estén en guerra. Pero también hay pensadores que dicen y demuestran que aun cuando no se está dando un enfrentamiento armado entre un gobierno y un pueblo, un país está en guerra si se cuenta el número de personas que mueren por causas de inequidad. Como es la muerte por enfermedades curables, por hambre, por violencia y por ignorancia. Y que también se pude considerar que un país está en guerra si su pueblo está siendo saqueado y limitado en sus libertades básicas. Pero es una guerra a la que se le ha llamado de baja intensidad y que bien se le puede llamar la guerra hipócrita del rico contra el pobre. En donde ya es cotidiano que el poderoso se pasee por las calles rodeado de guaruras para que la gente le deje el paso libre, viva en fraccionamientos exclusivos con ojos humanos y electrónicos para cuidar su sueño y después de golpear, violar y asesinar (¿Verdad, Atenco?), meta a la cárcel si no exactamente al golpeado, a la violada y al cadáver del asesinado, sí a sus familiares y a todo el que se le antoje. Pero el rico tiene una buena coartada y se cuelga de ella como un cirquero que presume ante su público las suertes que sabe hacer en los aires. Es la democracia ese trapecio del que se cuelgan los poderosos y que tiene la propiedad de que cuando la pronuncian con tanta desvergüenza como lo hace el presidente espurio de Estados Unidos, hace que de asco el que la pronuncia. Misma sensación causó Fox en Guanajuato, cuando con toda desfachatez gritó ‘‘ ¡viva nuestra democracia!” entre otros dos gritos con el mismo contenido hipócrita, después del robo que llevó a cabo de las elecciones presidenciales mexicanas. Así es. El único baluarte que le quedaba a la hipócrita clase depredadora del país y que el PRI supo exhibirlo con la maestría que adquiere el maleante experto, Fox lo echó a perder y ahora el mexicano recuenta que Salinas fue espurio, porque le robó las urnas a Cárdenas, que Fox fue espurio porque uso dinero ilegal en su campaña y que Calderón sería un Presidente espurio, porque entre muchas otras trampas, otra vez Fox usa dinero en forma ilegal y tuerce las leyes, para sentarlo en la silla presidencial. A la única coartada de sus crímenes, Fox la dejó sin argumentos ¿qué hacer? Pues usar la ley. Pero también el entusiasmo y la fe. Fe en que el camino de la legalidad y el trabajo en forma pacífica deben lograr que México sea un país en el que se respeta el voto del pueblo. Cuauhtémoc Cárdenas tuvo esa oportunidad histórica y no la aprovechó. Él pudo convocar al pueblo a luchar con la ley en la mano y en forma pacífica, como lo está haciendo López Obrador y no lo hizo. Se debe decir que si fuera Cuauhtémoc Cárdenas el que convocara, sería lo mismo. O si fuera cualquier ciudadano por el que votamos y al que se le robaron sus votos. Igual nos estaríamos preguntando qué hacer. Pero además, es claro que Calderón va a seguir los pasos de Fox. El espanto es doble. Por un lado, tendremos, si no luchamos, un presidente espurio, por otro, ese presidente está diciendo que va a seguir los pasos de Fox. Casi nada. Está anunciando el saqueo. Está anunciando que el rico seguirá en guerra contra el pobre; que nuestro presidente será un vasallo del imperio gringo; que nos seguiremos alejando de nuestros hermanos de Latinoamérica; que los indígenas de todo México, se olviden de sus sueños de justicia; que el desempleo crecerá, que nos olvidemos de cancelar el Fobaropoa-IPAB; que el Presidente de México le seguirá besando la mano al Papa. Que los atencos se van a multiplicar. ¿Qué hacer para que no nos revienten el resorte de tanto estirarlo? Ya se dijo. Luchar con la ley en la mano, en forma pacífica, con entusiasmo y con fe. López Obrador puede hacerlo si se ve en el espejo de Juárez y aunque no se logre la destitución, como logró Juárez la ejecución de Maximiliano, López Obrador puede mover al pueblo todo el sexenio para que Calderón no lleve a cabo la depredación que Fox le puso de ejemplo. Cada trampa de Calderón, López Obrador puede denunciarla y convocar al pueblo para evitarla. Pero la destitución sí es posible, legal y justa. Todos podemos participar en la medida de nuestras posibilidades para lograrlo.
Así que Fecal no podrá hacer sus porquerías despues de todo.
Fecal entiende: EL PUEBLO NO ES TONTO!!!
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UNA AGUILA QUE CAE.
En cierta ocasión tuve la oportunidad de conocer a un paisano que, entre plática y plática me comentó que tiempo atrás, antes de dedicarse al negocio de la soldadura —ahora carena barcos en los diques de la región—, había sido zardo en su juventud.
Me dijo que por cosas del destino y siendo su padre amigo personal de un prominente político, éste lo sacó de repente de la milicia para insertarlo —así sin más— en el grupo que servía entonces como guardia presidencial en los tiempos de la transición del poder entre De la Madrid y Carlos Salinas.
Por supuesto que no me sorprendió en absoluto cuando le escuché decir que ahora, el tan sólo pronunciar el nombre de Salinas le producía —así sin más— un cierto escozor en el pescuezo, pero reconoció que en su tiempo, “el chaparrito mondo” tuvo un poder super encabronado en nuestro país. Y he aquí que de repente, entre parrafada y cháchara, se le salió decirme algo que en verdad me cimbró.
Me dijo en voz baja —así sin más—, que en determinada fecha del año 1988, justo en los aciagos tiempos electorales y en cierto lugar (no mencionó el sitio naturalmente) de la ciudad de México, él fue testigo de un encuentro discretísimo entre las íntimas huestes de Cuauhtémoc Cárdenas y las de Carlos Salinas. Ellos, como cohorte personal de un Salinas ya “electo”, recibieron ordenes de acordonar la cuadra donde éstos dos individuos se entrevistaron, y desde luego, nada pudieron saber de lo que acordaron en secreto. Pero lo que sí pudo mirar —así sin más—, fue cuando Cárdenas salió del edificio cargado con maletas de dinero —él dixit—, las que metió rápidamente a uno de los vehículos para perderse después entre el tráfico.
Esto que digo no tendría nada que ver con inocencia o sospecha, con candor o suspicacia, con ingenuidad o recelo a no ser por la noticia que se publicó apenas ayer en “todos los periódicos México” sobre la personal postura de Cárdenas respecto de los sucesos políticos que están ocurriendo en el país. Sabido es que Cuauhtémoc, “el águila que cae”, por años ha tenido un cierto prestigio político —a últimas fechas ya algo desgastado— que, bien manejado por los cabecillas de la imposición puede surtir algún efecto en las ¿cándidas? mentes del defraudado elector.
Por ello cuando leí la nota recordé —así sin más—, la confidencia que me hiciera aquel paisano, el que fuera militar en su juventud y a la postre guardia presidencial, pero que hoy prefiere ser carenador de barcos en los diques de la región. Este humilde paisano, dolido por lo que vió, renunció poco después al cargo y prefirió salirse del estiércol que siempre ha sido la política mexicana.
Francamente y por más que uno le busque, no se puede entender la postura de Cuauhtémoc cuando todos sabemos que es el partido que él mismo fundó el que está luchando por un cambio de cosas en el México del siglo veintiuno. ¿De qué se trata, Cuauhtémoc? Como están las cosas casi todos sabemos —y una gran mayoría, cándidamente, lo sospecha— que en 1988 hubo fraude electoral. ¿Y qué hizo el buen Cuauhtémoc? ¿Volar como el águila aunque le quemasen los pies o entrevistarse a ultranza con Salinas para pactar la elección, para recibir esas maletas que mi paisano dice que miró? Y aquí la pregunta es: ¿se vendió Cuauhtémoc en el 88? No lo sabemos.
Pero si él en su momento no actuó con patriotismo, no fue capaz de defender un triunfo que a todas luces le favoreció, ¿por qué se opone ahora a que López Obrador defienda su causa envuelto en la bandera de su propio partido?
¿Daño irreversible a la izquierda o defensa de intereses particulares? ¿De qué se trata?
Ahora mismo he comenzado a sentir —así sin más—, al igual que mi paisano, el viejo zardo retirado sintió, un cierto escozor en el pescuezo.
Y puedo ver pájaros negros que sobrevuelan Palacio, penachos de plumas que se derriten en el fuego, extranjeros que nos queman los pies para encontrar el tesoro… y también —así sin más, como entre brumas—, a un águila que cae.
Por OswaldoLilly
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