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lunes, noviembre 27, 2006

TAMPOCO LIBERTAD DE PRENSA HUBO EN ESTE GOBIERNO DEL PAN

Dos compañeros se nos fueron
Por: Julio Pomar

A sólo tres días de que culmine esta etapa de gobierno, los periodistas lloramos a nuestros muertos. Con 29 periodistas asesinados en este sexenio de la derecha, que se mantienen impunes, sin investigación oficial y por lo tanto sin castigo, no podemos celebrar una libertad de prensa que no es tal, sino un remedo. Pues libertad de expresión consiste en que bajo ninguna circunstancia o motivo se atente contra la integridad física, moral o profesional de los periodistas, y sobre todo, que esos actos queden en la impunidad. El baldón más grave del gobierno que por fortuna ya se va, es la impunidad ante los crímenes a periodistas.

A los colegas asesinados, estos días sumamos dos ausencias más, que lo fueron por enfermedad, lo cual no quita el valor y la honra a sus respectivas vidas, pues ambos, cada uno en su propio derrotero, fueron verticales en su misión profesional y humana. Se trata de Carlos Borbolla Miranda, investigador a fondo de las tropelías cometidas en la llamada “guerra sucia” después del aciago 68, y Jesús Blancornelas, potosino que hizo su enhiesta carrera profesional en Baja California y se enfrentó con sin igual valentía a las fuerzas del crimen organizado que allá han medrado desde hace ya muchos años. Ellos son hoy nuestros respetados y entrañables ausentes.

Carlos Borbolla fue un hombre cabal a toda prueba, un excelente reportero que sobresalió por su honestidad y espíritu combativo en épocas que cubrir la fuente policiaca era a menudo pretexto para corruptelas, si no es que, como en su caso, de peligros a su integridad física. Durante muchos años trabajó esta fuente tanto para el periódico “La Prensa” como para “Excélsior”, en tanto que cubrió la iniciativa privada para el desaparecido “Novedades”. Emblemáticamente, tanto “La Prensa” como “Excélsior” eran editados entonces por sociedades cooperativas, que ya no lo son en la actualidad, sino que han pasado a manos privadas.

“Borbollón”, como sonriente me dijo en el Club Primera Plana que así lo bautizaron algunos de sus jefes, por su impetuosa producción periodística, pero a la que determinaron siempre la inteligencia y el rigor profesional, siguió los avatares de la “guerra sucia” mexicana. En “Excélsior” aún cooperativa, publicó más de diez largos ensayos sobre el tema, rescatando los terribles hechos de aquellos años, exigiendo justicia y que cesara la impunidad de los responsables. Estaba a punto de coronar esta obra de vida con un libro sobre el tema, pero el corazón le jugó la mala pasada de impedirlo. Descanse en paz mi querido amigo “Borbollón”, a quien tuve como amigo, maestro y ejemplo de excelente periodista.

Qué más se puede decir de Jesús Blancornelas, a quien no tuve el honor de tratar, aunque sí de haber entablado una relación epistolar breve pero muy amistosa y de respeto, motivada sobre todo por mi elogio, mi admiración y mi apoyo recientes a su persona, por los redaños e intrepidez que siempre tuvo para afrontar la lucha contra el crimen organizado en Tijuana, BC. Hace nueve años exactamente (27 de noviembre de 1997) Blancornelas sufrió un atentado a tiros, habiendo muerto su custodio por las balas, y donde si bien él recibió cuatro impactos, no fueron suficientes para segarle la vida. Siguió en su lucha. Su custodio se inmoló en su protección, cosa que Blancornelas nunca dejó de reconocer conmovidamente.

Adiós a nuestros dos respetadísimos colegas. Viven en nuestro corazón.

Ulises, FeCal, Fox entiendan: EL PUEBLO NO ES TONTO!!!