LA FALTA DE VALOR CIVICO DE LOS MAGISTRADOS
El sueño de los justos
Por: Laura López Murillo
En algún lugar de la solemnidad, lejos del mundanal ruido y convenientemente a salvo de cualquier amenaza, en un ritual institucional se desvirtuó el cauce de la fuente más valerosa de la ley…
El fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que declara a Felipe Calderón como presidente electo de la República Mexicana para el periodo 2006-2012, constituye la claudicación fragante de los magistrados a ejercer sus atribuciones para promover cambios sociales a través de la jurisprudencia como fuente del derecho.
Ante el proceso electoral más polémico, discutible e inequitativo, los magistrados del TEPJF optaron por apegarse estrictamente a una legislación ambigua que resultó insuficiente, cuando las circunstancias exigían que realizaran una función integradora y no meramente interpretativa.
Lamentablemente, en una evidente falta de independencia y autonomía, los siete magistrados renunciaron a su facultad para crear nuevas figuras jurídicas y solucionar un caso inédito modelando las leyes ya existentes a la realidad.
En el fallo inatacable del tribunal se omitió la concepción misma de la interpretación judicial que se basa en el hecho incontestable de que la realidad suele ser más rica y variada de lo que puede prever el legislador. La ausencia de sentido común y de valor cívico impidió que los magistrados instauraran el recuento, la segunda vuelta o invalidaran la elección.
Y así, en la solemnidad de una ceremonia excluyente prevalecieron las reminiscencias decimonónicas que establecen teóricamente a la ley como la única y principal fuente del derecho; se evaporó la posibilidad de sentar un precedente histórico, esclarecer el proceso electoral y legitimar por medio de la certeza al vencedor.
La resolución del TEPJF expuso a un órgano jurisdiccional sin poder ni autoridad: de nada sirven los tibios extrañamientos de este tribunal administrativo hacia las conductas ilegales en que incurrieron el presidente Fox y la cúpula empresarial, que bien ameritaban la invalidez de la elección.
Es obvio que en las deliberaciones del TEPJF se omitieron los efectos perniciosos de la propaganda política en un ambiente plagado de anomalías e irregularidades de todos los involucrados en el proceso electoral, tampoco se consideró el impacto de los mensajes mediáticos en la idiosincrasia del electorado y mucho menos las exorbitantes erogaciones que por ese concepto beneficiaron a los consorcios televisivos.
Sin embargo, las consecuencias de esta cobardía adquirieron la contundencia institucional, y en una perversa sincronía: se desplegó un blindaje policiaco para delimitar el aura presidencial, se inició el ritual de pleitesía al presidente electo y los primeros en postrarse fueron los tecnócratas del Priato que darán tersura a la transición y a la continuidad económica, Felipe Calderón anunció su gira de agradecimiento y realizó sus primeros acuerdos con la iniciativa privada, los advenedizos se deslindaron de la resistencia civil y se agudizó el punto de inflexión en el perredismo, la Coalición por el Bien de Todos solicitó la revisión de la elección presidencial a la Corte Internacional de Derechos Humanos y simultáneamente el Instituto Federal Electoral anunció la destrucción de las boletas electorales, los medios difundieron el debilitamiento de la resistencia civil en campamentos vacíos y los estragos causados por el clima reemplazaron a los discursos de Andrés Manuel en los titulares informativos.
En la noche del perigeo, la legitimidad deambulaba en el sueño de los justos; la luz de la Luna más bella y esplendorosa del año no disipó las sombras del desencanto y bajo la lluvia incesante la población se empapaba de frustración… porque en la solemnidad de la cobardía institucional se desvirtuó el cauce de la fuente más valerosa de la ley…
TRIFE entiende: EL PUEBLO NO ES TONTO!!!
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